martes, 21 de septiembre de 2010

GALICIA AL OTRO LADO DEL CRISTAL


No hace mucho tuve ocasión de pasar unas jornadas en Galicia con un centenar de periodistas y escritores de turismo, miembros de la FEPET, que tuvo a bien celebrar su congreso nacional en aquella región de nuestras costas. Éramos profesionales de todas las regiones de España los que compartimos aquellas jornadas de estudio y de contemplación directa con la ciudad de Pontevedra, sorprendente, injustamente desconocida, como cuartel general de sesiones y de hospedaje.
Galicia -por lo menos para los que somos de tierra adentro- tiene la virtud de sorprender a cada paso. Las ciudades y los pueblos gallegos, sus gentes y sus rincones infinitos y diferentes; sus costumbres, vividas con la autenticidad del alma gallega como parte de la historia y del paisaje, son en aquella entrañable región toda una mística ante la que no queda otro remedio que descubrirse. Es esa Galicia para soñar, en contraste con esta tierra nuestra, tan distinta dentro del marco general de los pueblos que en cualquier dirección integran el puzle de la Península.
Lo más normal sería por mi parte hablar aquí de sus grandes ciudades: Compostela, Vigo, La Coruña, la propia Pontevedra, que, después de haberla conocido, ha cambiado en mí de manera favorable la idea que tenía de Galicia como consecuencia de otros viajes. Pero no; por el respeto que también merece lo desconocido, lo que no suele entrar en los planes del viajero, y bien que valdría la pena contar con ello, hablaré de dos lugares muy concretos que vislumbro como al otro lado del cristal, rebosantes de interés, en los que la gente no se suele detener y en los que nunca piensa. Uno de ellos, la isla de San Simón, entraba en los programas del Congreso; el otro, la pequeña ciudad de Allariz, la encontraríamos casi por casualidad en el viaje de regreso.

El pequeño paraíso de San Simón
Esta de San Simón y su vecina de San Antonio son dos islas ínfimas, unidas la una a la otra como hermanas siamesas por un puente de no más de cien metros construido en 1838. Se encuentra al fondo de la Ría de Vigo y es parte del concello de Redondela desde 1977. Le llaman la “Isla de los poetas”, porque ya en la más remota antigüedad fue cantada por Mendinyo, y porque muchos escritores y poetas han ido sucumbiendo después al encanto de su misterio. La historia, unida al paisaje, son los dos pilares sobre los que se apoya esta isla sorprendente, nunca más intensa y comprometida que la que allí se vivió a lo largo de los siglos.
Con una superficie inferior a medio kilómetro cuadrado, sombreada de eucaliptos y de boj, la isla de San Simón conoció en el siglo XII a los caballeros templarios que construyeron en ella una ermita. Durante el periodo de peste sufrido en aquellas costas a finales del siglo XVI, allí encontraron refugio los monjes del no lejano monasterio de Poio. San Simón sufrió saqueos por parte de moros y de vikingos; por allí anduvieron haciendo de las suyas los corsarios de Francis Drake, y poco después sería la armada inglesa la que convertiría las serenas aguas de su entorno en un cruzar incesante de disparos durante el hundimiento de los galerones de Rande.
Leprosería, cárcel, albergue de vacaciones, la isla ha sido escenario de las más dispares tragicomedias que a veces suele proporcionar el correr diario en la vida de los pueblos. Ahora, en horas de calma por fin, se va a dedicar a espacio eminentemente cultural. Lo que fue leprosería y prisión, será un lujoso hotel una vez acondicionados los edificios, y el resto de las construcciones, rehabilitadas también, se dedicarán a congresos y a estudios relacionados con el mar, a biblioteca y a museo. Para mi uso, se trata del más preciado paraíso de toda Galicia.

Allariz, toda un monumento
La ciudadela de Allariz, cabecera de un dilatado concello a la vera del río Arnoia, nos salió al paso, ya en la provincia de Orense, en el viaje de vuelta. Desde 1971 Allariz es Conjunto Histórico Artístico, un pueblo que muestra al que anda por sus calles la impronta de su recia personalidad. Fueron los suevos los que la fundaron con el nombre de Vila Aliarici, que gozó de los privilegios de un fuero concedido por Alfonso VII, y que Sancho IV nombró como “Llave del Reino de Galicia”, al mismo tiempo que extramuros iba tomando cuerpo una importante colonia judía.
Palacetes, casonas solar; fue en el siglo XVII cuando se levantaron los principales monumentos civiles y la mayor parte de las viviendas en piedra sillar que flanquean sus calles. Las nuevas maneras de hacer frente a la vida han convertido a la antigua villa de cultivadores y artesanos del lino con más de cincuenta talleres, de curtidores como oficio hasta épocas bien cercanas a la nuestra, en un importante enclave para el turismo, completo y variadísimo: iglesias románicas, un parque etnográfico con sus museos de tejidos y de cueros; otro de juguetes; otro de iconos con un interesante contenido en piezas únicas de carácter religioso de los siglos XII al XIX; el llamado Ecoespacio de Rexo en la parroquia de Requeixo de Valverde, con la intervención del artista vasco Agustín de Ibarrola en pinturas y esculturas sobre la roca; y en fin, su exquisita gastronomía especializada en dulces, licores y quesos, que la hacen famosa en toda la comarca. Era día de fiesta, cuando en compañía de nuestras respectivas esposas, el Dr. Herrera Casado y yo entramos en Allariz. “Festa do boi” se anunciaba en los carteles dentro de los escaparates. Fiesta del toro, conseguimos traducir, y lo hicimos bien.
La fiesta del toro se celebra en Allariz durante los diez días anteriores a la festividad del Corpus. Cientos de hombres y de mujeres de todas las edades, ataviados con ropajes de época (de judíos y de cristianos de la Baja Edad Media) organizan una procesión pagana por las principales calles del pueblo precedida de un grupo de gaiteiros, a la que siguen nutridos grupos de diferentes comisiones gremiales según el oficio de sus antepasados: tejedores, panaderos, taberneros, curtidores, llevando en andas a un muñeco de tamaño natural al que “veneran” tras de él con bailes y cantos burlescos. Una vez terminada la procesión será un toro enmaromado el que haga el recorrido por el mismo itinerario.
Se cuenta que en el siglo XIV vivía en Allariz una importante colonia judía, pudiente en lo económico, que residía confinada fuera de la ciudad en el barrio de San Esteban. Cuando llegaba la festividad del Corpus, cada año la población cristiana salía a la calle engalanada con los mejores tejidos, portando en piadosa procesión bajo palio la custodia con el Santísimo Sacramento, y viéndose en la necesidad de entrar cada año al recinto judío antes de entrar al convento. Era aquel el instante esperado por la población judía para desahogar su odio contra la manifestación cristiana, gritando e insultando a los que iban en la procesión. Un hidalgo de la villa, Xan de Ardua, hombre de profundas convicciones religiosas, decidió acabar para siempre con aquella situación de ofensa y de desorden, para lo cual se puso al frente de la procesión en el año 1317 montado a lomos de un toro enmaromado y de cumplida cornamenta, al que seguían varios de sus criados portando sobre los hombros sacos llenos de hormigas. Dicen que cuando aparecieron los judíos al otro lado de la muralla para reventar la procesión, entre cornadas y lluvia de hormigas, la población rebelde puso pies en polvorosa, sin que los enfrentamientos en fecha tan señalada se volviesen a repetir.
Con la Guerra Civil, dejó de celebrarse la “Festa do boi”, que fue recuperada muchos años después con mayor entusiasmo, pues según un importante autor gallego “El buey vive escondido en el corazón de los alaricanos”.
Ni qué decir, que a pesar de la distancia, si la ocasión se presenta, es esta villa uno de los principales enclaves de la Galicia callada, que aconsejamos anoten en su agenda.

(En la fotografía, un aspecto de la isla de San Simón)

1 comentario:

  1. Estimado José, hace unas semanas hice el camino de Santiago desde Sarria hasta la ciudad de compostela, y me he quedado prendado de aquellas tierras.
    Preciosos paisajes, encantadoras gentes, y una forma de vida tranquila y relajada.
    Sin lugar a dudas una de las regiones más bonitas de España.
    Buen post como siempre, felicidades.

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