Ocurre a veces que el exceso de
material del que se dispone excede a las posibilidades del escritor a la hora
de enfrentarse con la media docena de cuartillas que tiene previstas para el
trabajo que piensa realizar; lo normal suele ser que ocurra lo contrario. Pues
a la vista de las notas que tomé en mi libreta de apuntes y de los folletos que
me facilitaron en el Centro de Interpretación, pienso que tengo información
suficiente como para escribir un libro -bastante interesante, por cierto-, lo
que no es mi propósito. Así que me encuentro en la complicada situación de
tener que resumir, después de un corto viaje a un lugar, cercano a nosotros,
que bien vale la pena conocer.
Nuevo
Baztán, nuestro protagonista de hoy, viene a caer a unos quince kilómetros de distancia
de Mondéjar y a veinte de Alcalá en direcciones distintas. Se trata de un
palacio del siglo XVIII, con una iglesia anexa, fundados y mandados construir
por un navarro insigne, don Juan de Goyeneche y Gastón, con la participación
personal por cuanto a lo artístico de otro notable de su tiempo, don José
Benito de Churriguera. La finalidad inicial de su fundación no fue otra que la
de llevar a efecto, por primera vez en España, las teorías económicas de la
Francia del XVII en aquel lugar, amplísimas en contenido como proyecto, pero
que han pasado a la historia como un fracaso debido a las tendencias
socioeconómicas que le siguieron y que acabarían con que aquel complejo fabril
en poco más de medio siglo. Muy pronto fue apareciendo en torno a estos monumentales
edificios, lo que sería el primer poblado de trabajadores y empleados del
naciente Nuevo Baztán, así como toda la serie de fábricas que completaban el
qué y el porqué de tan grandiosas las instalaciones. Fábricas de de sombreros,
de paños, de jabón, de vidrios finos, de papel, de munición, de aguardientes, y
de tantos productos más, como correspondía a tan admirable complejo, cuyo
funcionamiento pudo durar desde el año 1715, en el que se instalaron las
fábricas de sombreros, de munición y textiles, hasta el 1778 que fue cuando se
produjo el cierre de las últimas fábricas de papel, sombreros y aguardientes.
El
personaje central de toda esta historia, don Juan de Goyeneche, nacido en
Arizcun, Valle de Baztán. Ejerció en vida como Tesorero de las reinas mariana
de Neoburgo, esposa de Carlos II, y de María Luisa de Saboya e Isabel de
Farnesio, esposas de Felipe V: Fue señor de Belzunce en Navarra, y de Illana,
Saceda, La Olmeda y Nuevo Baztán, asentista de la Marina y fundador de “La
Gaceta de Madrid”, que más tarde pasaría a ser el “Boletín Oficial del Estado”.
Su palacio en la madrileña calle de Alcalá es ahora la sede de la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando. En memoria de su tierra natal fue cofundador
de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, encargada de organizar
cada año la Javierada en Nuevo Baztán. Falleció en su palacio del Nuevo Baztán
en 1735 y fue enterrado en la cripta de su iglesia.
Al
margen de la bellísima estampa de la iglesia y del palacio, obra magnífica en único
conjunto, montados en piedra berroqueña bajo el soplo y la inspiración
artística de José de Churriguera, el resto de lo que pudiéramos considerar como
poblado residencial e industrial, señorial también del siglo de la Ilustración;
al margen, digo, quedan solamente las viviendas tricentenarias y unas calles de
añejo señorío en donde apenas vive gente -sesenta habitantes, me dijeron-,
contando algún bar-restaurante, un surtidor de gasolina en la carretera y muy
poco más. La plaza jardín, frente a la iglesia, donde he podido ver el pino más
voluminoso que conozco, da a este noble lugar un ambiente propicio. El Centro
de Interpretación y Museo queda en un lateral del Palacio, con la estatua en
bronce del Fundador junto a la puerta de entrada.
Tres
torres se alzan sobre la magnífica portada barroca de la iglesia que preside
desde su hornacina central una estatua en piedra de San Francisco Javier. Las
tres torres rematan en artísticos chapiteles recubiertos con placas de pizarra.
No me fue posible -y bien que lo sentí- conocer su interior, pues sólo se abre
la puerta durante los actos de culto que coincidieron con mi estancia allí., ni
era día de visita guiada, ya que entendí que las hay. Para evitar que esto
ocurra conviene informarse previamente a través del Centro de Interpretación
cuyo teléfono es el 91 873 6238. No obstante, puedo adelantarte que consta de
una nave central con crucero, presbiterio y coro elevado con amplia balconada
orientada hacia el altar mayor. El retablo, igual que la portada exterior está
dedicado a San Francisco Javier, cuya imagen de exquisita concepción barroca lo
preside. En el subsuelo de la iglesia existen dos criptas de distinto tamaño
dedicadas a enterramientos. En la cripta menor se encuentra enterrado don Juan
Goyeneche y otros miembros de su familia; la cripta mayor estuvo destinada a
enterramiento de personas distinguidas de la población.
Del
palacio sólo es posible ver la parte exterior, en fachada común con la iglesia
y un torreón esquinero coronado con bolones de piedra. El arquitecto supo
distinguir para su ejecución, entre servicio religioso y función civil en el
aspecto de la fachada, dentro de un mismo conjunto. Conviene advertir que ambos
edificios están comunicados por dentro, de tal manera que el palacio carece de
capilla u oratorio, función que en su momento desempeño la propia iglesia. El
patio del palacio, con portada en arco de medio punto sometida ahora a
restauración es espacioso, tiene forma rectangular y se le conoce como Plaza de
Fiestas. Según he podido saber fue en su momento el origen del poblado, donde
empezaron a funcionar las primeras fábricas; ahora en evidente estado de
semiabandono.
Tan
sólo me resta hacer una breve referencia final al Centro de Interpretación,
puesto al servicio del visitante. Lo atendían cuando pasé por allí dos mujeres
y un hombre; personas atentas, serviciales, y encantadas de que el visitante no
se marche de allí sin un conocimiento más o menos completo de lo que antes fue
y de lo que ahora es Nuevo Baztán. Enseguida me aconsejaron, junto con Andrés
mi acompañante, que dedicásemos quince o veinte minutos a ver el audiovisual
preparado para mejor conocer el sitio y lo más importante de su pasado.
Ciertamente me gustó: riqueza de imágenes y un cumplido guión que van
desarrollando dos buenos actores, vestidos de época, representando a don Juan
de Goyeneche y a don José Benito de Churriguera. Sencillamente magnífico.
En
el museo se expone un buen surtido de instrumental y productos de los que allí
se fabricaron, así como un pulcro maniquí ataviado al detalle con el uniforme
de fusilero del Regimiento de Infantería de Lombardía, de 1718.
(En las fotografías: Iglesia, palacio, y estatua en bronce del fundador José de Goyeneche)