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viernes, 12 de febrero de 2010

UN DÍA EN EL RINCÓN DE ADEMUZ



El Rincón de Ademuz, situado en las estribaciones del Sistema Ibérico, encajado entre las provincias de Cuenca y Teruel, es una comarca extraordinariamente hermosa que deseaba conocer desde hacía mucho tiempo. Una antigua amistad ha permitido cumplir mi deseo de manera tan grata como nunca hubiera podido pensar. Fue don Samuel Rubio Herrero el ángel bueno que llenó durante el tiempo que estuve allí mis horas de gozo. Don Samuel Rubio ha sido durante muchos años Secretario de Administración Local en el ayuntamiento de Ciruelos, donde yo lo conocí hace más de veinte años. Aquella amistad se ha conservado escondida, como en estado de catalepsia desde entonces, y ahora ha vuelto a renacer y a fortalecerse con estos ratos de compañía en el Rincón de Ademuz, por invitación suya, que acepté muy complacido, aprovechando su estancia allí, en la comarca donde él reside después de su jubilación durante largas temporadas.
Tan extraña como hermosa me ha parecido la comarca del Rincón de Ademuz después de haberla conocido. Los que viven allí dicen que El Rincón está formado por seis pueblos y una puebla. Los pueblos son: Ademuz, Casas Altas, Casas Bajas, Castielfabib, Torrebaja y Vallanca; la puebla es Puebla de San Miguel, junto al monte Calderón, que con sus 1.839 metros sobre el nivel del mar, es la cota más alta de toda la Comunidad Valenciana. Y es que el Rincón de Ademuz, amigo lector, sin que tenga siquiera contacto físico, o geográfico, con ella, es parte de la Comunidad Valenciana. Caprichos de la Historia. Esta sería una de las principales rarezas -no la única- que encontramos en la comarca, interesante en extremo, que te recomiendo visitar, si es que todavía no la conoces.

Valencianita del alma,
dame de tu pecho un ramo,
que aunque no soy de Valencia
soy del Reino Valenciano.


Así reza la tradición en una de las jotas más conocidas que se cantan en la comarca.
Otra de las curiosidades o extrañezas con la que nos hemos encontrado allí, es el remarcado contraste entre lo adusto e improductivo de los montes, que ocupan una buena parte del Rincón, y las fecundas vegas de frutal, de maíz y de hortalizas, que se riegan con el agua de sus ríos: el Turia como río principal, que recorre la comarca de norte a sur; el Bohilgues, que con el arroyo del Val la cruzan de este a oeste; y el Ebrón, que al poco de nacer cerca de El Cuervo, en tierras de Teruel, riega no sólo las huertas de éste, sino también las de Castielfabib, Los Santos y Torrebaja, antes de entregar sus aguas en el Turia ya cerca de Ademuz, que es la capitalidad del Rincón en su conjunto.

La extensión de la comarca, con los siete municipios que la componen, además de otras tantas aldeas anexas a algunos de ellos, es de 370 kilómetros cuadrados, mientras que su número de habitantes de derecho apenas alcanza el número de 3.000. La población disminuyó considerablemente en los últimos cincuenta años, habiéndose reducido a una tercera o a una cuarta parte de los habitantes que antes tuvo. El interés por los productos de la huerta ha ido desde entonces en franca decadencia, y el boom de la emigración hacia las regiones más industrializadas, dieron la vuelta casi por completo a sus tradicionales medios de subsistencia, habiendo pasado de ser los productos del campo su principal fuente de ingresos, a tener la mirada puesta en el turismo como posible solución a su futuro, con buenas perspectivas, por cierto, como en este viaje hemos podido comprobar.
Una característica común distingue a los pueblos del Rincón de un modo sorprendente; y es su situación escalonada sobre la vertiente de colinas enriscadas que miran hacia las fértiles vegas de sus ríos. Pueblos apiñados en las laderas, de un color ocre pálido, sobre desniveles de tierras enrojecidas, humedecidos en su base con la densa blandura, siempre verde, de las frondosas arboledas que se han desarrollado a su antojo al amparo de la corriente de los ríos y de los arroyos que las cruzan por mitad. El agua es el principal regalo del que goza por vida el Rincón de Ademuz.

Castielfabib -sólo Castel para los habitantes de la comarca- cuenta con todos los beneficios naturales y paisajísticos ya dichos de manera generosa. El pueblo nos sorprende enriscado, sobre lo alto de un peñasco colosal en la margen derecha del río Ebrón. En lo más alto, las ruinas de un castillo fechado en los primeros siglos de la nueva era, que por tratarse, según oí decir, de un residuo de la dominación romana, no sólo ha dejado las piedras desmoronadas como memorial de la España de los Césares, sino también su nombre: Castellum Fabio, Castielfabib. Y a su lado la monumental iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, sostenida sobre la misma peña desde el siglo XIII en que la debieron construir. Dentro del término municipal de Castielfabib queda la aldea de Arroyo Cerezo, en donde se levanta la llamada Cruz de los Tres Reinos, donde coinciden, dentro de un espacio muy reducido las tierras de Castilla, de Aragón y de Valencia. Se dice en la comarca que en aquel lugar podrían reunirse los emisarios de los tres monarcas, sin que ninguno de ellos se viese obligado a salir de sus estados.
Y pasado Castel, que es el más septentrional de los pueblos de la comarca, se llega a Torrebaja siguiendo de cerca en dirección de la corriente el río Ebrón, hasta su encuentro con el Turia. Torreblanca es un pueblo de tonalidad terrosa, situado en todo lo largo a un lado y al otro de la carretera que en un instante nos bajará hasta Ademuz. La extensa vega de Torrebaja es de un verde intenso, y en ella destacan entre otros cultivos el maíz y los árboles frutales, que tanta fama dieron al lugar en épocas pasadas.


Aunque la forma del Rincón sobre el mapa sea irregular, podemos decir que Ademuz, capitalidad de todas aquellas tierras, está situada en su centro geográfico. Y allí vienen a concurrir las cuatro subcomarcas de las que se compone, a saber: el Valle del Ebrón, al norte; el Valle del Boilgues, al oeste; las estribaciones de Jabalambre, al este; y el Valle del Turia que las recorre todas de norte a sur, dejando junto a sus riberas la villa de Ademuz.
Esta villa aparece escalonada sobre la vertiente que extiende hasta la vega la colina de los Zafranes. La inclinación del suelo obliga a que las calles sean estrechas, largas y escalonadas, que se comunican por pequeñas callejuelas todas en cuesta. Bellos balcones y artísticas rejas sería, en una primera impresión, la principal característica de las viviendas típicas, detalle que con insignificantes diferencias se extiende al resto de las villas y aldeas de la comarca. Las ruinas de su viejo castillo, el airoso campanario de la iglesia de San Pedro y San Pablo, así como el reciente viaducto, colosal, magnífico, que cruza a vuelo por los aires la vega del Turia, son los detalles que, en viaje de paso, más me impresionaron de la capitalidad del Rincón; además -así deseo que quede constancia- de la excepcional gastronomía, cuya meca quiero situar para mi uso en el Hostal Domingo, todo un alarde de grandiosidad, servicio y atención.
Y a un lado y a otro, a derecha e izquierda de Ademuz, las importantes villas de Puebla de San Miguel en las estribaciones de Jabalambre, dominadas por las grandes alturas; y de Vallanca, en la ribera izquierda del río Boilgues, punteado a trechos de profundas hoces.

A la vista de los escasos datos biográficos que poseo de D. Samuel Rubio, me detengo a pensar en cómo el destino gusta jugar con la vida de las personas, cuando éstas se dejan llevar por él. Nuestro hombre es hijo de padres valencianos, pero nació -lo nacieron, como de sí mismo decía Clarín- allá por el año 1922 en Fonsagrada, provincia de Lugo. Habiendo obtenido plaza por oposición el año 1945 en el Cuerpo de Secretarios de Administración Local, ejerció su profesión en el Rincón de Ademuz, hasta que en 1956 se trasladó a la provincia de Guadalajara, donde ejercería como Secretario de Ayuntamiento en Ciruelos hasta el momento de su jubilación.
Tuve la suerte de conocerlo como personaje especialmente reconocido entre sus convecinos de Ciruelos, donde se preocupó con empeño y eficacia en la mejora del urbanismo municipal, hasta conseguir del suyo un pueblo modélico; pero ignoraba su condición de escritor, de investigador, de ratón de bibliotecas, hasta que meses atrás me sorprendió con un libro estupendo sobre la evolución del Rincón de Ademuz en sus más diversos aspectos, y ahora con otro más interesante todavía sobre la Biografía del sabio naturalista D.Simón de Rojas Clemente, cuyo busto en piedra figura en uno de los corredores del Jardín botánico de Madrid. Trabajo rigurosamente documentado, en el que se intenta devolver al famoso botánico, nacido en Titaguas (Valencia) el año 1777, el justo reconocimiento que mereció su trabajo en favor de las especies vegetales en todo el país. Pero es aquí la persona de su biógrafo la que más nos interesa, la de D.Samuel Rubio, un hombre que durante muchos años y en diversos cargos de la Administración, trabajó al servicio de nuestra provincia, y por ello es justo agradecerlo públicamente, ahora, cuando es de edad avanzada y vive lejos de nosotros.

(En la fotografía, una vista general de Castielfabib y viaducto sobre la Vega)
(Olivares de Júcar, verano de 2008)

1 comentario:

  1. Estimado José, como molinés, y rinconademucense, me ha llenado de alegría la coincidencia de este artículo-post es tu blog.

    Indicarte por si no lo sabías, que en el Fuero de constitución del Señorío de Molina, se enmarca el Rincón de Ademuz, como el extremo sur del todo el señorío, para cuando todas estas tierras se conquistasen a los árabes.

    Así pues aquí tienes otra información que une las tierras de Guadalajara y del Rincón de Ademuz.

    Te recomiendo visitarlo en verano, cuando toda su huerta está en plena vigorosidad.

    Un fuerte abrazo desde Valencia.

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